sábado, 28 de julio de 2012

Un cielo roto...

Hace unos años, de pequeño, jugaba a imaginar todas las noches que el cielo estaba roto, por el día habían montañas, pero desaparecían por arte de magia cuando se iba el sol... Y el hueco donde estaban, quedaba negro.
Pero al final, a lo único que terminaba prestando atención embobado era a las estrellas, a la luna, y a algún que otro marciano que volaba por ahí, justo cuando no podía dormir.

Años después, seguía con el mismo juego, pero sin darme cuenta se añadió algo más. Jugaba a imaginar que la lluvia no era agua, y por mucho que hubiesen intentado hacerme cambiar de opinión, seguiría creyendo que en realidad eran lágrimas, porque el cielo estaba triste. Pero, ¿triste por qué? ¡si es increíble! es enorme, está lleno de magia, de cosas que cualquier persona desearía tener... ¡Nunca seré capaz de dejar de tenerle envidia!

Hoy, tras casi 8 años después, y siguiendo con el mismo juego, no puedo evitar hacerme una pregunta...
¿Y si por el día aparenta estar bien, cuando hay muchísima gente despierta? Por no querer preocupar a nadie... Eso explicaría lo de estar roto, es decir, sus heridas, tiene cicatrices en forma de montaña, pero hace creer que están curadas.
Pero... ¿Y si es al llegar la noche cuando da a conocer el cómo está realmente? cuando sólo están despiertos unos pocos, posiblemente porque están tristes, como él.

A veces pienso que soy algo parecido al cielo... Por el día, cuando todos me ven, aparento ser capaz de ir hacia delante, con muchas heridas sí, pero cicatrizadas, con nubes que de vez en cuando me impiden ver, pero casi siempre estoy despejado.
Por la noche, cuando nadie me ve, vuelvo a ser yo, alguien roto, vacío, pero con sueños esparcidos en forma de estrellas, con mundos propios en forma de lunas, con los cuentos de hadas que vivo al cerrar los ojos, en forma de planetas.

Creo que le entiendo... ¿de qué sirve todo eso? el color negro sigue siendo negro por mucho brillo que le pongamos... sí, por eso lloro... supongo que como él.

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